Ahí está de nuevo. -Qué bien, una vez más
estamos solos. Ufff, qué nervios, con lo que he esperado este
momento...- llevo todo el tiempo pensando en este instante... se acerca a mí,
hace frio y nos tumbamos en el sofá muy cerquita el uno del otro. Me aprieta
con sus brazos... qué bien, me siento muy a gusto, pero siento que mi corazón
comienza a bombear cada vez más deprisa... trago saliva... nuestros cuerpos van
entrando progresivamente en calor y... cierro los ojos fuerte, muy fuerte. Por
la cabeza me pasan muchas cosas... "¿Nos dejamos llevar por los
caprichos de nuestra piel?"... no, no lo digas, es demasiado cursi... pienso.
Noto su cuerpo que oprime el mío y de repente siento que también acaricia
lentamente los dedos de las manos... "te quiero" le digo y le
aprieto fuerte contra mí. "Idem"... -responde y yo sonrío.
Pero... mi corazón bombea aún más deprisa y yo noto que el suyo no... ufff! ya
empezamos, pero porqué tiene que ser así... estoy a cien pero siento que
estamos a dos kilómetros de distancia... -respiro y vuelvo a cerrar fuertemente
los ojos. Mi corazón continúa con su latido constante... cada vez más
acelerado. Tomo aire. Comienza el ejercicio de control, me pido encarecidamente
a mí mismo que haga todo lo que había pensado hacer cuando no era ahora, no te
dejes llevar por tu ritmo cardíaco y trata de hacerlo bien pero... no puedo, no
puedo... me doy la vuelta. Respiro bastante fuerte pero trato de convencerme de
que no es el momento... quizás no sea el momento. Mejor hago como que no me
apetece. Mejor así... pero... rápidamente me invade un pensamiento dicotómico
que me dice que me estoy equivocando... mi corazón no quiere eso... me pide que
sea valiente, quiere gozar de los placeres más ocultos... necesita sudar,
inspirar y sentir... ¡Dios qué horror!... se supone que esto debería ser algo
deseado, espontáneo pero buscado, ¡Mierda! me pongo las manos en la cara y
expulso todo el aire que hay en mis pulmones...
Sin apenas darme cuenta está encima de mí,
nos besamos, nos acariciamos y en un instante me veo dentro de una espiral que
no puedo controlar... estoy dentro y el impulso me impide ir hacia atrás...
creo por un instante escuchar mis propios latidos a la vez que siento que mis
mejillas se calientan y enrojecen... nuestros cuerpos se desnudan... y en la
punta de mis dedos siento un placer prodigioso que parece que me sumen en la
locura más profunda... damos vueltas y más vueltas pero... de nuevo está aquí,
de nuevo ha venido a apoderarse de mis más anhelados deseos de gozo y me sume
en la más profunda de las angustias... me lo dicen mis latidos del corazón que
no precisamente suenan en mi pecho, sino en lo más recóndito de mi ser... y esa
angustia llega más y más y quiere apoderarse de mí... y progresivamente me
invade, se apodera de mí, sin piedad...
Siento que no puedo más... y deseándolo
profundamente sus manos se acercan hasta mi cuerpo... yo, en el más pleno de
los regocijos palpables me veo en la obligación de decir que no... Quiero
gritar, quiero gritar pero no puedo... en la oscuridad levanto mi cuello y miro
hacia arriba, soltando súbitamente todo el aire que quedan en mis pulmones pero
ya es tarde... ya es tarde... y a la angustia se le suma la vergüenza, que
pronto se convierte en compasión, que a la vez también es compasión de uno
mismo... y todo acaba. El silencio se apodera de la habitación... y poco a poco
dejo de escuchar como mi corazón bombea la sangre... y el aire se llena de
culpabilidad y de morriña... me muerdo los labios mientras me coge la mano y me
la aprieta fuerte... y el silencio se convierte en un -lo siento- que no
debería haber sido. Pero de nuevo me aprieta la mano y poniéndome un dedo en
los labios susurra -tranquilo-, y dormimos mientras nuestros cuerpos se volvían
a abrazar...
A tí, por tu comprensión.